El manabita tiene particularidades únicas, que se reflejan en sus festividades donde se mezclan lo religioso con lo pagano, herencia de pueblos europeos que se entrelazan con las costumbres de los aborígenes que habitaron esta fértil tierra. Fiestas como San Pedro y San Pablo, y los famosos rodeos montubios, que tienen su origen en el herraje y doma de reses y potros en las haciendas, son muestras de la cultura típica manabita.
Manabí es una zona privilegiada para la arqueología, aquí se han
efectuado importantes descubrimientos que han determinado la existencia de las primeras culturas del Ecuador. Es una cultura fraguada en el tiempo y en el espacio de este territorio, identidad que genera pertenencia y orgullo de los auténticos manabitas.
La laboriosidad de las manos manabitas no tienen fin, que siguiendo el influjo de la tradición elaboran obras de arte reconocidas dentro y fuera del territorio nacional. El sombrero de paja toquilla y artículos de otras fibras, cestas y canastos de mimbre, hamacas de algodón, las artesanías de taguas, el uso del barro que lo transforman en ollas o en réplicas de objetos arqueológicos de culturas ancestrales, son solo un pequeño ejemplo de las habilidades artesanales manabitas.
En cada fiesta típica manabita se manifiestan sus músicos, quienes con improvisados instrumentos cuentan sus historias, a través de la picardía de los “Chigualos”.